jueves, febrero 04, 2010

Satelite orbitando

Ella me llamó y yo fuí. No podía ser de otro modo, acudo a su llamada. Ella desfila delante mía y yo la sigo detrás, un poco nervioso. Las instrucciones son bastante claras y directas. Ahora sí parece que perdí los papeles o no existen, vete tú a saber. Bien por eso, porque señores ya no estoy tranquilo. Ya no estoy en calma, no, y no me importa demasiado. Las piezas encajan en mi rompecabezas particular y la paz perdida vuelve. Vuelve transformada, multiplicada por diez.

Son variadas las sensaciones. Está también la memoria. Suelo ser un poco raro al recordar. Se me graban escenas a fuego que pocos pondrían en pie pero me cuesta recordar, por otra parte, las aventuras del fin de semana pasado. Lo mismo ni salí o lo mismo no, no sé. Sí, sí salí. Fue otra de esas noches grandes junto al Sr. P. Me pierdo un poco, ahora. Eso también. Ahora, no sé nada, lo he olvidado todo de repente. Es estimulante. Sólo sé que no sé nada, decían en otro tiempo. Sí y nunca se olvida lo que no puede ser olvidado, aquella teoría de una humanidad de pequeños niños intentando conectar, entre si, sus corazones primigenios. Es muy digno tenerlo presente, creo.

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