Una mujer que viajaba por las montañas se detuvo junto a un arroyo. En la orilla observó algo brillante. Se trataba de un bello diamante de gran tamaño. Lo guardó en su bolsa y prosigió su camino.
Al cabo de varias jornadas se encontró con un viajero. Como éste no llevaba comida, la mujer se ofreció a compartir su comida con él. Abrió la bolsa y al hacerlo para sacar pan, dejó al descubierto la piedra preciosa. El viajero extasiado preguntó a la mujer si podía tenerla en sus manos pues esto le haría muy feliz. La mujer se la ofreció y además le indicó que podía quedársela sin más.
El viajero se marchó lleno de felicidad por su buena suerte. Sabía que su nueva adquisición podría venderse por un alto precio. Sin embargo, unos días más tarde, el hombre volvió intrigado en busca de la mujer. Quería algo más. Se presentó ante ella y le dijo: Estuve pensando. Esta piedra es realmente valiosa pero ahora sé que tú tienes algo mucho más valioso y lo quiero. Quiero aquello en tu interior que te permitió regalarme con tanta facilidad algo tan preciado.
2 comentarios:
Precioso...
Gracias preciosa, me hacía falta que me dijeran cosas bonitas ja, ja, ja...
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