Todo se para, abro los ojos y oigo un rumor. Siento un tímido calor en tus manos, allá a lo lejos. En su huida anunciada, se ilumina, se apaga, se hace hielo. El vacío no sabe qué decir a las puertas del abismo. Entonces balbucea, calla y contempla. Entonces desfilan, una tras otra, las marionetas. Entonces se dejan ver en legión con sus circos ambulantes tibios, carentes de ese calor tan anhelado. Entonces veo con claridad, entre la masa, la fuente que ilumina este sitio. Abro los brazos y se salva cada segundo.
Fotografía de Alex Proimos