lunes, junio 30, 2014

Cálido

A veces cuando escribo, hablo de aquello que olvidé, de lo que nadie escucha. Está sumergido muy dentro de mi cabeza y pide salir. Desaparezco en este ejercicio de mi espíritu. Ahora lo entiendo. Es el silencio, eso que nada en un hermoso lago de bruma. Es de nuevo esa sensación de sabores dulces. Esa donde todo empieza y acaba en mi. Esa que ha vuelto. No tiene forma, solo impulso, corazón. Ahora es así, ahora. Sí, ahora.

Todo se para, abro los ojos y oigo un rumor. Siento un tímido calor en tus manos, allá a lo lejos. En su huida anunciada, se ilumina, se apaga, se hace hielo. El vacío no sabe qué decir a las puertas del abismo. Entonces balbucea, calla y contempla. Entonces desfilan, una tras otra, las marionetas. Entonces se dejan ver en legión con sus circos ambulantes tibios, carentes de ese calor tan anhelado. Entonces veo con claridad, entre la masa, la fuente que ilumina este sitio. Abro los brazos y se salva cada segundo.

Fotografía de Alex Proimos

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