¿Por fin lunes?

Cuando llega el finde te dices aquello de ¡Por fin es viernes!, día que algunos elevan a los altares de la santidad. Claro, después vienen las resacas. Hoy es, para algunos, ese fatídico día que te dice que la fiesta se acabó y debes volver al pico y la pala. Tampoco es para tanto, sobre todo si te queda, como a mi, un buen sabor de boca después de las aventuras nocturnas del fin de semana. La cosa estuvo fina, con ingredientes muy propios para ello, concierto de Neorama+Robot, ambos con temas nuevos (Neorama continúan en su línea y los temas de Robot fueron realmente efectivos e innovadores) y luego marcha. Es grande compartir conocimientos y saberes gañánicos con el ilustre Sr. P. ¡Qué clase y enterismo! Sí, señor. Mucho mejor cerrarse en banda como un tipo formal, a caer en las garras de una vampiresa mujer (si soy secuestrado tampoco me quejo...) o andar por la vida como un desesperado (al tiempo...). ¡Qué hay mucha crisis para añadir más! No hay moral, no hay formas, no hay clases (como dirían los Morancos), hemos perdido los papeles. Nenita postadolescente, vete a tocarle los cojones a otro que soy un tipo de barrio que se crio con Don Pimpón. Eso te marca, joder. Soy un dos caras, una es destroyer y otra es amable. Las cartas sobre la mesa, ¿cazar o ser cazado? Sin duda, lo segundo... Claro, al final te vienes arriba, lo petas y las chicas comienzan el asedio al torreón. Algo asustado, te empiezas a imaginar en la cama de una pequeña y lúgubre habitación atado de pies y manos a punto de recibir una dulce tortura sexual. ¡Qué dolor! Joder, ¿qué coño hago yo aquí?, te preguntas. No hago ascos a nada mientras el cuerpo aguante... Te liberas de tu cautiverio como un Hulk verde y erecto (esto es muy gay). Rasgas tus vestiduras, haces añicos tu camiseta de no-ligar (la del videojuego Zelda) y palante. Ya está toda la carne en el asador. El casi-ligar se va a acabar... un día de éstos, chaval, un día de éstos.