Algunas veces, he llorado en mi vida adulta, lo confieso. Quizás pueden contarse con la palma de mi mano, pues no soy de lágrima fácil. Por eso sólo me ves triste o preocupado por cagadas. Siempre me ha incomodado la violencia de las lágrimas, sobre todo si se trata de mi persona. No lo encajo bien.
Se me ocurre que en esas ocasiones se desborda la emoción, la presión u otros, en grado superlativo. Según recuerdo, me pasó una vez hace mucho mucho tiempo por historias de pareja, también me pasó cuando vi Solas en el cine y también ha ocurrido hoy en el coche. Quizás estaba un poco tenso. Quizás tengo demasiadas cosas en mi cabeza. Quizás la llegada de mi hermano desde Zaragoza me puso a flor de piel. Quizás mientras desayunábamos en el barrio, en el bar de los viejitos, al son del sorteo navideño, vi pasar a uno de mis queridos abuelos ausentes. Quizás me confunden, un poco, los cambios familiares. La cosa es que mis emociones buenas y malas se mezclaron en cóctel de amargo sabor y estallé. Putas navidades. No se preocupen señores, sólo fue para soltar lastre, a veces hace falta, se echa para fuera y a seguir. El cargador está vacío y luzco una radiante sonrisa. Considérese un homenaje a todas las lágrimas que no derramé ayer. La próxima... en el 2020, por lo menos.
Suena You've have to hide your love away (The Beatles) versionada por Eddie Vedder
Por cierto, como homenaje a nuestros mayores más mayores comúnmente llamados viejunos, dejo por aquí el enlace al exitoso blog de una anciana de 95 años muy despierta.
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