Últimamente duermo bastante bien, entre siestas y sueños varios. Claro, como voy a tope, acabo reventao y luego caigo sopistán. A veces tengo sensaciones muy gratas al despertar. Es puro gustillo, muy sutil pero muy gratificante, también. Me gusta que los planes salgan bien y mis aspiraciones son tan simples como sentirme pleno. A partir de ahí todo va rodao. Es fácil si me dejo y yo... me dejo, me dejo.
Esta mañana, por ejemplo, me he despertado en plan zombi con el cerebro aún parado y con un ligero dolorcillo de haber dormido demasiado bien. Supongo que saben de qué hablo. Luego me he quedado unos veinte minutillos en la cama sólo por puro recochineo. Me he ido al cuarto de baño y al encender la luz y verme en el espejo me he dicho: Olé ahí ese tío. ¡Cómo me gusto! y haciendo un exceso, me he tirao dos besos, uno por mejilla y me he dicho en voz alta: Te quiero. ¡Qué momento, tíos/as! Me he declarado y eso no me lo esperaba de mi. Así soy yo, lo intento y lo vuelvo a intentar. Creo que me voy a dar un sí. Total, no tengo nada que perder.
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