domingo, enero 31, 2010

Café y té

Fue a la cocina se echó un té y al beberlo pausado, comprendió muy dentro algo que ya sabía. Su vida cambiaría a partir de aquel justo momento. Ya estaba en el proceso, era un hecho, lo visualizaba. Se dedicaría a vivir como hasta ahora, claro, pero sin jugar a mejores ni peores, con una visión más plena. Había puesto el freno y se quedaría en segunda fila o tercera si hacía falta. Sin dudas, miedos o recelos, un testigo mudo de un circo ambulante sería, al pasar junto a los escenarios del amor, de la vida o como se llame. No se equivocaba, no es amor, el ficticio amor pequeño ni tampoco uno pretencioso, limitador y exclusivo cuyo referente encontrarás en la última comedia romántica de moda. Todo se reparte y una fuente inagotable de energía movería sus pasos. Cuánto pensar, cuánto pensar... Era preciso algo de acción sencilla. Salió a la calle en ese día soleado y al cruzar la acera sonriente se encontró con una antigüa compañera del trabajo. Se saludaron y se sonrieron iluminando toda la calle. Y las palabras salieron solas, quizás fue él, quizás fue ella, da igual. Terminaron charlando sentados ilusionados delante de unos cafés ni pequeños ni grandes pero al parecer bastante importantes.

No hay comentarios: