domingo, agosto 21, 2011

Viaje interior

Foto 1 - Gaviotas en la arena

Foto 2 - Gaviotas en el agua

Mi mente se despierta vacía, quieta. El sol en su despertar me deja inmóvil. Escribo algo sobre escribir porque al escribir se hace presente el olvido. Éstas justo en el centro de mi pecho. Eres bella, lo sabes mejor que yo pero sonríes muy poco. Veo el mar en tu hogar. Es natural estar contento y sonrío yo. Camino desnudo hasta la orilla en esta nube de tenúe luz que nos envuelve. Me siento, el culo se moja. Soy un invitado en este jardín de aromas marinos. Me levanto y vuelvo al mundo real. Vuelvo a ti, o seré hielo, o seré otro, o seré algo peor. Abro las puertas.

A mi alrededor la playa está repleta de gaviotas, sobre la arena y sobre el agua. Los niños intentan cogerlas con carreras, gritos y gestos. Huyen del mundo para no ser atrapadas. El cielo se inunda de ellas en su espantada. Es un cuadro de lunares blancos sobre fondo azul. Me tiro en la arena sonriente para caer a tu lado y te miro enamorado. Eres la persona que más quiero y vas dentro. Lo contemplo todo desde mi cielo. Eres una estatúa de sal inmóvil pero te beso en el hombro. La pobre, tan quieta como una lluvia de susurros, no me dice nada. No dice nada, ni siquiera un beso. Pensamos cosas en voz alta. Un día todo cambiará y soñaremos. Un día arderemos en el fuego y se romperá el ciclo. Dejarás de verlo pasar y la sangre se volverá caliente. Serás sólo alma y todo tú será como yo. Te alegrarás de ver y te morirás por abrazar. Un día lo harás diferente, un día serás amor.

Así te hablaba el espíritu con sus mejores deseos. Lo llevaba dentro y salió. Sobre eso escribía cuando lo escribía, de ser feliz y ser felices todos como hoy somos. Escribía sobre el amor propio. Escribía sobre la energía de la vida. Escribía sobre el amor.

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