martes, abril 27, 2010

La burbuja, parte 2

Dibujo extraido de http://xmp.zonalibre.org/

Hoy hablaré del espíritu del presente, del ahora. Vivo dentro de una burbuja y me siento féliz. Esta burbuja no es una cualquiera, es aquella tan especial de la que os hablé un día. Yo la veo y la veo a ella a mi lado. Es esa linda mujercita que, a su vez, también nos ve a los dos. Explicarlo es un lío pero si te pones el cinturón, el viaje no produce ni mareos y ni gómitos. Claro, es un viaje a ninguna parte en un tren totalmente parado en la estación. Para tu sorpresa, el tren te lleva al jardín de tus sueños donde el corazón se abre y nos vemos mútuamente una vez más.

La burbuja siempre estará ahí pero comprenderla de nada sirve pues sigue funcionando aunque tú no la veas. La dejo a su aire, me olvido de ella. La burbuja es en si misma, diría yo. A nadie pertenece. Jamás intentes controlar una búrbuja mágica si aparece en tu entorno más próximo. No te lo recomiendo. Se irá por donde vino con su sombrero, garantizado por la chica de los mil o más nombres. Tiri tiri ti tiri tiri ti..., canta ella mientras hace su peculiar baile. Tiri tiri ti tiri tiri ti..., otra vez. Me uno a la fiesta y bailamos los dos.

Estoy muy fuerte y muy débil a la vez. Duermo más bien poco pero me da igual. A veces me equivoco, se me olvida casi todo y a veces las cosas se tuercen porque ya estaban un poco torcidas. Me desconecto de la burbuja por momentos y aún sigue ahí, en lo más profundo y recóndito del corazón, más pequeña pero también más fuerte. Alcanza su estado óptimo ante la adversidad, sin embargo es más difícil verla, diría yo. No obstante, si, en ese estado, consigues llenarte, su energía te inunda y sales reconfortado. Es el poder de lo pequeño. Es así.

Esta lluvia de sensaciones también es un poco extraña, lo reconozco. Un día por ejemplo me levanté en mi cama convertido en un descomunal cocodrilo panzón que sólo decía ñam, ñam. Entonces vi a Campanilla con su luz volando sobre mi. Podía devorarla como decía mi instinto o sólo observarla. Opté por la segunda opción y comprobé que no llevaba bragas. ¡Qué visión! Sin dudarlo me quité mi disfraz de cocodrilo y volé con ella como mi verdadero yo. Volé con ella como Peter Pan.

Todo esto está guapísimo, señores. El viento está a favor y a todo le da la vuelta. Así me habló la burbuja un día: Las cosas no son buenas ni malas en si mismas, si no todo lo contrario. Yo tomé nota y le hice caso, sobre todo porque la cita sonaba bien, tenía musicalidad. Al poco me paro a pensar y estallo en carcajadas. La burbuja, con su fino sentido del humor, ha vuelto a pincharme en mi punto flaco. La burbuja ha vuelto a reirse de... ha vuelto a reirse conmigo.

Enlace relacionado: La burbuja, parte 1

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