Un hombre reducido a su apetito se convierte en lobo universal,
doblemente secundado por la voluntad y el poder,
hace presa del mundo entero y al final se devora a si mismo.
Shakespeare
Si después de tantas palabras,
se queda el pájaro parado,
entonces, no hablemos
César Vallejo
A éstas, añado una que leí esta mañana, muy aplicable no sólo al engaño ajeno si no también al autoengaño:
Lo que más me molestó no es que me hayas mentido
sino que, de aquí en adelante, no podré creer en ti.
Nietzche
(Aplicado a mi, sería: Ya no puedo creer en mi...)
A ésta última se le puede añadir un complemento perfecto que vi por internet que no sé de quién es:
Yo te perdono pero lo que te has hecho a ti mismo
cómo podré yo perdonarlo.
...o dicho de otro modo más cofrade: en el pecao llevas la penitencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario