Estás en la orilla del lago soñado junto al gran fresno ¿Un lago? No, más bien se trate de un río o de un riachuelo. Sí eso es, me confundió la forma. Desde su nacimiento hasta su fin pretendes recorrerlo en canoa. Subes a ella y remas en silencio. Plis, plas, plis, plas... palada tras palada, solos con el río y la naturaleza. Bailando con el agua, así avanzo. ¿He oído una voz? No lo creo, imposible diría yo. Sigamos.
Tras una larga travesía parece que se acerca el fin, veo el cartel en la lejanía. Me acerco a él, palada tras palada cada vez más cansado. "Continúa" -pone sobre el cartel en forma de flecha hacia delante y yo sigo. ¡Qué remedio!
Remo sin descanso y los siguientes carteles uno tras otro me indican:"Continúa". Eso hago, un tanto desconcertado. Poco a poco desestimo la idea de llegar a una meta, me centro en mi tarea y comienzo a disfrutarla como en trance. Es dulce y divino, me hace bien. No pensar, sólo actuar, seguir mi camino. Entonces progresivamente, se va haciendo visible en una de las orillas, un nuevo cartel muy grande que indica "Punto de partida". El cartel, sobra decirlo, estaba junto al gran árbol del comienzo.
Sigue remando o simplemente rema, como prefieras, sin prisa pero sin pausa.
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