Ayer nos escapamos los dos a la playa por aquello volar lejos del mundanal ruido. Rum rum rum. Nos rodean buenas vibraciones desde el principio. En el mundo de las sensaciones sobran las palabras, son tan grandes como el vacío. Viven en lo sencillo, en respirar la brisa. No pienses, no expliques, paremos el mundo que él ya se ha parado primero.
Qué gusto hacerlo todo con un espacio de mil vidas (o milquinién, dirías tú). Comemos juntos, la miro repetidas veces porque está a mi lado tan dulce. ¡Qué bien! Luego, mucho tiempo tirados en la arena poniéndonos morenos con nuestro sol allá arriba iluminándonos. Es buen invento esto de la playa, sí señor. Ya lo dice el amigo Bunbury en alguna de sus canciones: Nos queda el mar y un buen pescado que comer a tu lado...
Sintieron algo y le dieron un nombre y lo llamaron amor. ¡Estos humanos están majaretas! Ja ja ja
No hay comentarios:
Publicar un comentario