Este viernes tengo triple cita: comienzan los exámenes -este año, de nuevo, me toca ponerlos a mi-, me persono en mi nuevo centro en un pueblo de Huelva y luego tiro para Badalona a dar la bienvenida a Pearl Jam en su regreso a nuestro país en su gira del mundo mundial (o world wide tour). Espero encontrarme con alguna cara conocida. ¿Se oyen rumores de botellona? No sé, sobre la marcha.
Por cierto, el pasado jueves estuve con la gente de la facultad (curiosamente en aquel tiempo también los vi con el No Code en 1996) y lo pasamos bien. Desde las tres de la tarde en adelante, pues llegué algo tarde, entre vicio y vicio, charlamos de chorradas musicales, viajes y todas esas fantasías pseudojipis que tanto me gustan. Mm me comentó que el día anterior uno de Alcalá vio a Pearl Jam en Dublín y lo flipó. Puede que se trate de Jorge (me parece), un chico con el cual coincido a veces en algún concierto. Esta vez no apareció. Es curioso, ahora que lo pienso, faltaron muchos y a pesar de ello, nos juntamos cerca de unos veinte, entre colegas de unos y de otros. ¡Vaya trooper! Recalamos en lugares tan peculiares como una tasca mugrienta (con cariño, calor y amor ya lo dice la canción de los Caligari) dentro del mercado de la calle Feria, el bar del tío del P en la Alameda o el Jackson con sus negritos to grasiosos (me odio a mi mismo por ser sevillano y por cagar que diría más de uno). Mentiría si dijera que fue como antaño (¿quién lo quiere?), no obstante el héroe, aún venido a menos, guarda su poderosa espada oxidada (véase Clint Eastwood). ¡Qué dramatismo! Jeje, en realidad me lo pasé muy bien: Catorce horas dan para mucho.
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