Esta historia es verídica, está basada en hechos reales y además es verdad.
Trata sobre una chica, digamos de unos 13 años que tenía un examen muy difícil al día siguiente. A las 6 de la tarde, después de su programa de televisión favorito, se encerró en su cuarto, se puso de rodillas y sacó la estampida de su Virgencita querida. Bien sabe Dios que le rezó todas las oraciones inventadas y por inventar con todo el empeño y cariño del mundo. Pasaban las horas y las horas y hasta llegar la medianoche. En breve se iría a la cama y tras unas horas de sueño, vendría el temido examen. Ella, aún de rodillas con sus manos juntas apuntado al cielo, apuraba sus últimos rezos: Virgencita, Virgencita que apruebe mañana mi examen, que apruebe mañana mi examen. La Virgen impresionada por su perseverancia y voluntad decidió acudir a ella. Súbitamente, junto a la pequeña tele de su habitación, se materializó suavemente una aparición. No era más que un ente difuso con forma de mujer, cubierta su desnudez, claro está, con lo que parecía ser un largo manto. ¡La Virgen, era la Virgen! -pensó ilusionada. Entonces la Virgen le habló muy claro y ella escuchó: Querida criaturita de este querido mundo, por tus rezos y oraciones aquí aparezco para decirte que para aprobar tu examen no debías rezar si no estudiar. Después la Virgen desapareció y ella... ella... no recuerdo... creo que, o bien al día siguiente suspendió... o bien hizo chuleta y aprobó... no lo sé, no lo tengo claro. Lo que sí sé, es que rezar, ya no rezó más.
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