Este post es de los que menos te gustan porque cuenta vivencias personales en parte paranoicas y locas. Cierra si te incomoda. Procuro recordarme de vez en cuando cómo y con que motivaciones comenzó este blog. Por si no lo sabes, no estaba destinado a ningún público y de hecho no lo leía absolutamente nadie (ahora lo leen dos), era un espacio sólo para mi. Ahora no es del todo así y está bien cambiar, pero sigue existiendo un lugar para todo eso, sobre todo porque así yo lo quiero.
Ayer tuve un sueño muy interesante y contemplativo, con paisajes realmente grandiosos. Intentaré contar lo que recuerdo porque algunos fragmentos se me escapan como suele ocurrir. Estaba impartiendo clases para unos 10 ó 12 alumnos dentro de un módulo o habítaculo de metal construido sobre una playa salvaje. Sus paredes laterales eran un gran ventanal por el que se podía apreciar todo el entorno. Estábamos sobre un terreno abrupto y nos rodeaban las montañas. El entorno me parecía precioso y de gran envergadura. Por la gran ventana de mi derecha (izquierda para mis alumnos) el mar se mostraba bravo y desbocado, los nubarrones cubrían el cielo. Esto asustaba a los chicos. Paraba, entonces, mi clase, me acercaba y miraba las olas. Preguntaba: ¿No os parece bonito? Poco después el mar terminaba por inundarlo todo de manera desmesurada. Algunos (entre ellos yo), por nuestra parte, conseguíamos salir a tiempo del aula e intentábamos alcanzar la ladera de la montaña para subir escapando del agua, otros quedaban atrás engullidos por el mar. En nuestra ascensión por las montañas descubríamos una punta de flecha gigante hecha en bronce que permanecía enterrada entre las rocas perteneciente quizás a una estatua gigante. Poco más puedo contar a partir de aquí, pues si lo hiciera mis palabras serían puro invento. Hasta aquí puede leer mi mente.
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